lunes, agosto 06, 2007

El exterminador y el poeta

Cuando los sensibles matices del invierno van quedando escondidos entre el verde destellante; entre la inigualable mezcla del jacarancá, el ceibo y el ibirapitá; que conjugan azulinos, rojos y amarillos, tiñendo con su pureza el horizonte y tendiéndonos mullidas alfombras de flores. Cuando el sol comienza a desnudar sus rayos más tempranito, y nos hace flotar en su calidez. Cuando las calles, otrora tan solitarias, se pueblan de vida, y la piel que languidecía tras los abrigos se nutre de luz. Cuando las manitos de los niños se aferran a las hamacas, y el canto de sus risas que anidaban tras las bufandas, reverbera en el aire, y nos hace cosquillas en el alma. Cuando la sabia natura nos regala la primavera, el joven poeta teme. Es tiempo de que el exterminador salga de su cueva. El exterminador, que ha estado guardado durante el invierno, en su frío cubículo, rumiando humedad y planeando la destrucción. El exterminador que metódico, pulcro y acicalado, sale a la calle con los planes ya trazados, buscando matar el arte espontáneo. El exterminador que no acepta cambios; duro, gris, patético, estúpido. Que busca formas y similitudes, que no aprecia la creatividad y la sencillez. Que un poemario no es tal, si el pobre poeta, no ha sido laureado. El exterminador que se agazapa dispuesto a matar, pleno de insensibilidad, al pobre poeta que disfruta del brote natural de sus versos; y los escribe sin más, con la belleza de la inocencia, con la fuerza de la libertad. Pero no. Eso no puede ser. Claro. Es que ellos no pueden ver más que el pasado. Ellos no pueden leer ni aceptar más que a los que la historia nombra, o a aquellos, que prolijos, los imitan. Ellos viven y se alimentan del ayer, y no se apartan jamás del modelo. Pero no saben que toda su crueldad, toda su aversión, toda su potente artillería, son vanas. Porque del otro lado de la calle, estamos aquéllos que amamos el arte, que odiamos los esquemas, que no permitiremos que la censura le corte las alas, a aquéllos sensibles seres que desean expresarse, a SU manera. Auténticos, instintivos, perceptivos.... dueños del arma más poderosa, que el exterminador no tendrá jamás: el futuro.

Setiembre de 1999

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